Las células epiteliales primarias son fundamentales para comprender varios procesos fisiológicos y patológicos en el cuerpo humano. Estas células, aisladas directamente de los tejidos epiteliales, mantienen sus características nativas, lo que las hace invaluables para la investigación en el desarrollo de tejidos, modelado de enfermedades y pruebas terapéuticas.
Técnicas de aislamiento y cultivo
Los avances en los métodos de aislamiento celular han mejorado significativamente la viabilidad y funcionalidad de las células epiteliales primarias in vitro. Los métodos tradicionales de digestión enzimática, como la tripsinización, han demostrado causar daño colateral a las células. Para abordar esto, los investigadores han desarrollado técnicas modificadas que utilizan una combinación de hialuronidasa y colagenasa I, lo que preserva mejor las propiedades fisiológicas de las células epiteliales durante el aislamiento.
Aplicaciones en el modelado de enfermedades
Las culturas de células epiteliales primarias sirven como modelos precisos para estudiar diversas enfermedades. Por ejemplo, las células epiteliales de las vías respiratorias humanas (HAE) se utilizan ampliamente para estudiar la fisiología de las vías respiratorias y enfermedades como la fibrosis quística. Las células primarias HAE expandidas y diferenciadas in vitro, recolectadas de pacientes, proporcionan un modelo relevante, ofreciendo una alternativa más rápida y económica a los modelos de células madre pluripotentes inducidas. Sin embargo, un desafío importante es su limitada capacidad proliferativa en cultivo, lo que requiere una investigación continua para mejorar su longevidad y funcionalidad.
Importancia en la investigación del cáncer
Las células epiteliales son clave en la investigación del cáncer, especialmente para comprender el inicio y la progresión tumoral. Los estudios han demostrado que poblaciones específicas de células epiteliales pueden sufrir transformaciones que conducen al cáncer. Por ejemplo, se ha identificado que el carcinoma basocelular se origina en células de la epidermis interfolicular y el infundíbulo, en lugar de los folículos pilosos, lo que proporciona nuevas perspectivas sobre los orígenes del cáncer de piel.